S. S. Benedicto XVI ha realizado un comentario, a modo de epílogo, para el libro
"La fuerza del silencio: contra la dictadura del ruido", escrito por
S. E. R. Robert S.R.E. Card. Sarah, Prefecto de la
Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, publicado el mes pasado en inglés por
Ignatius Press. Este epílogo, que aparecerá en la futura edición del libro, ha sido publicado como adelanto por
"First things"(ver
aquí). Se trata de una de las pocas veces en que
el Papa emérito ha roto su silencio, y en el mismo elogia al Cardenal Sarah por su contribución a la Liturgia.
Benedicto XVI comienza su escrito parafraseando la Carta de San Ignacio de Antioquía a los Efesios: "Es mejor guardar silencio y ser, que hablar y no ser. Es bueno enseñar, si el que habla practica lo que enseña". Pero uno de los párrafos más contundentes, en el que comienza refiriéndose al Cardenal, pero que dirige a sacerdotes y obispos, dice así:
"Desde este punto de vista, él puede ver los peligros que continuamente amenazan la vida espiritual, de sacerdotes y obispos también, y, en consecuencia, que ponen en peligro la misma Iglesia, también, en la que no es poco común que la Palabra sea sustituida por una verbosidad que diluye la grandeza de la Palabra. Me gustaría citar sólo una frase que puede convertirse en un examen de conciencia para cada obispo: “Puede ocurrir que un sacerdote bueno y piadoso, una vez elevado a la dignidad episcopal, caiga rápidamente en la mediocridad y en la preocupación por el éxito en los asuntos mundanos. Abrumado por el peso de las obligaciones que le incumben, preocupado por su poder, su autoridad, y las necesidades materiales de su oficina, se va ahogando poco a poco".
El texto termina diciendo: "Con el cardenal Sarah, un maestro del silencio y de la oración interior, la Liturgia está en buenas manos".
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